La llamada del medio rural ¿Por qué ahora la vuelta al campo?
Pero, ¿la crisis económica es suficiente motivo para la vuelta al campo? Las dificultades económicas, las cifras de desempleo, el grave problema de los desempleados de larga duración y con más de 45 años… son relevantes y suficientemente aplastantes como para provocar movimientos migratorios más consecuencia de la desesperación que de un nuevo planteamiento vital, más cercano a lo natural. La vuelta al pueblo no es un fenómeno nuevo, de hecho, ya que en mayor o menor medida siempre ha existido ese flujo migratorio hacia el campo cuando el modo de vida conocido fallaba. Sin embargo es en los últimos años cuando la crisis económica está acelerando esta situación.
Ante todo esto, ¿qué hace falta para que la vuelta al campo no se convierta en una mala solución o una solución transitoria para aquellos que buscan una vida mejor?
- La cuestión es que aunque el medio rural ofrece oportunidades que no tiene la ciudad, tampoco son inagotables ni están bien estructuras y planteadas para ser aprovechadas de la mejor manera. Hacen falta más iniciativas como Abraza la Tierra, De vuelta al pueblo, Emprender para Conservar y, sobre todo, no sólo privadas sino también públicas para facilitar y gestionar de la mejor manera esa vuelta al campo. Que los que decidan dar el paso sepan bien qué van a encontrar en el medio rural, dónde y cómo pueden establecerse, qué tipo de proyecto de vida van a poder desarrollar.
- La reducción de ayudas europeas, la situación de las arcas estatales y una escala de prioridades presupuestarias muy alejada de las zonas rurales están haciendo mucho daño al medio rural, que nunca ha acabado de solucionar sus necesidades (mejores infraestructuras sanitarias, comunicaciones, telecomunicaciones…) y que, en la situación actual, ha sufrido un duro retroceso. La llegada de nueva población puede mejorar las cifras de habitantes de cabeceras de comarca y algunos pueblos con más tirón que, evidentemente, debería redundar en la ampliación y mejora de sus servicios. Pero no se trata sólo de eso: hace falta que las administraciones hagan un reparto más justo y, como no, que llegue la tan ansiada reforma de la financiación municipal.
- Tan importante como lo anterior es que la sociedad cambie el chip definitivamente. El ritmo de consumo tiene que bajar. Ya no sólo para hacerlo compatible con el desarrollo rural sino para dar un futuro realista a la sociedad. Si la vorágine consumista no echa el freno, nos hundimos todos. Y el que decida iniciar un nuevo modo de vida en el medio rural tiene que asumir que la vida rural no se asemeja en casi nada a la vida urbana.